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Daniel Leto fue alumno de Adhelma allá por la década del '60. Hoy pediatra, fue quien la acompañó en la presentación del libro "El camino andado" realizada en Rosario en octubre de 2013. La nota "Una lágrima, una caricia y una historia de amor inventada" y el poema "Estoy viva como fruta madura" de Gioconda Belli fueron leídos por Leto durante la presentación.

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Una lágrima, una caricia y una historia de amor inventada.

Hace ya muchos años, que no vale la pena contabilizar porque el tiempo suma en emociones y resta en dolor, una mirada cómplice entre una niña y un niño terminó en una nota de apercibimiento sellada en el pulcro y prolijo cuaderno de un, creo, buen alumno.

La bella maestra de tercer grado no sabía cómo consolar las lágrimas del falsamente acusado de “gustar de la hija del Director”. Pero bastó una caricia y un:”yo sé que vos no hiciste nada” para saber que Adhelma, que de ella se trata, impregnaría los recuerdos del niño como la jueza moral de la sentencia injusta.

Y de pronto, cuando mi nariz mocosa sacudida por ese adusto director ya amplió su geografía por el paso de los años y los recuerdos se estampan en los sueños como si el ayer fuera “el otro día”, suena mi teléfono para que una voz, la misma, la de siempre, me traiga la Simón de Iriondo, a Gracielita y su padre, el Sr. Tripaldi, y el patio y el aula y el mástil y las galletitas Terrabusi de los 25 de mayo cuando la Fragata Sarmiento, madrina de la escuela, nos visitaba; todo todo en una bolsita de remembranzas que me hace temblar la mano y sonar fuerte el corazón.

Y acá estamos, tratando de desandar el camino andado. De alguien que supo enseñar, amar, criar, cobijar y cuando todo eso le supo a poco, de atreverse a meterse más en la vida que le parecía corta, sin saber que le quedaban muchas estaciones por conocer y muchas fotos por sacar.

Cuando Adhelma me invitó a presentar su libro, tarea que no me es ajena, pensé que no iba a poder.

Empecé a leer el libro y vi las imágenes del documental y lo vi al maestro Cuestas y su vida de pediatra y sus conceptos de la medicina y de la relación médico-paciente y los reportajes a las madres y el amor conjugado y compartido por su esposa, sus hijos, sus amigos. Y me dije: qué puedo agregar, que puedo contar. Si es la vida misma. La vida entendida como la más pura esencia de la libertad, la alegría, el deber, y por qué no, el dolor y el sufrimiento y la obligación divina de morir.

El poder decir, “Yo la quiero a su hija Don Sarmiento“, tartamudeando y “Qué día señor” mostrando el riñón extirpado, en palabras de Héctor su amado.

El poder expresar en palabras lo que el corazón y el alma, egoístas guardianes de la intimidad, archivan en la memoria del no contar.

El poder mostrar a todos que las manos acarician, limpian, transpiran y escriben también. Y que cuando lo hacen, las palabras se deslizan entre los dedos, se escurren página a página, armando renglones de anécdotas de amor y esfuerzo cotidiano. Porque “Menos comida y amor, carecíamos de todo”.
Y Adhi, como le decían en la escuela de la calle Suiza, acá a la vuelta, se arremangó y se dijo: pero qué cuernos, si de las tres cosas me falta escribir un libro, ¡quien dice que no voy a poder!

Y con su meticulosidad extrema, como corresponde a la maestra de tercer grado que conocí, comenzó a relatar los “sucedimientos” como le gustaba decir a su Héctor. Y emprendió la tarea de armar ese caleidoscopio que siempre la fascinó, pero con pedacitos, vidriecitos, del color de la vida: la pureza del blanco; la alegría, felicidad e inteligencia del amarillo; la estabilidad y la profundidad del azul; la armonía y la esperanza del verde; la pasión, el deseo y el amor del rojo.

Y uno tras otro, mezclando tiempo y espacio, alternando la muerte al comienzo y el nacimiento al final, con las deudas a pagar, las enfermedades a cuesta de Cuestas, el cuidado de los niños, el trabajo hogareño, el consultorio, leyendo, me fui impregnando de emociones a través de los colores hechos palabras.

Y como Adhelma, yo también me dije después de estas reflexiones: ¡¿Cómo no voy a poder!? Si antes de llegar a este lugar transité los lugares tan comunes y cercanos a ambos: La Simón de Iriondo, la Panadería de Junín e Iguazú (La Pobladora, que ya no está), La Tienda Tejoubel, las vías del tranvía Nº 2, La librería de Don Raúl (La Porteñita) donde compraba los cuadernos Laprida y el forro de papel araña, las casas de algunos de mis compañeros, como la rusita Estrichiarzuk. Como no voy a poder si soy pediatra, si Héctor fue mi colega y atendía sus pacientes con la misma filosofía con la que yo encaro esa tarea. Si Adhelma fue LA Maestra.

Qué notable. Antes de disponerme a leer el libro, me dediqué a hojear los títulos de los capítulos. Yo, que también despunto el mal llamado vicio de escribir (y digo mal llamado porque el escribir es una bendición) sé que una de las dificultades con que nos topamos quienes lo hacemos, es poder resumir en una frase lo que quisimos transmitir en cada uno. Por eso, cuando llegué, en forma salteada, lo reconozco (lo leí como un caleidoscopio, como quiso Adhelma), como decía cuando llegué a “Las sagradas paredes de la sangre”, lo elegí como ejemplo, porque percibí en el texto que lo que yo siempre creí, la importancia de la familia como contención casi única de los angustias del alma, era indiscutiblemente la verdad.

Y me topé con 40 fragmentos de vida. 40 verdades, 40 historias dentro de una sola, enorme, gigantesca, fragante.

Maestra, esposa, madre, abuela, enfermera, escritora, aprendiz de locutora, de periodismo, de actuación, contadora de cuentos, militante por los Derechos Humanos, cineasta y Mujer Innovadora.

Como podría resumir su actitud ante la docencia, el trabajo, el amor. Y… como decía su amado Héctor:

¡Meta vivir nomás!

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Estoy viva como fruta madura... Gioconda Belli

Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de los pájaros,
tejedora del viento navegante.

No se ha educado aún mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbran el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.

Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.

Si.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo,
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.

Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.

Y esto lo agrego yo: Soy Adhelma.

(Leído por Daniel Leto durante la presentación de "El camino andado" en Rosario. Octubre de 2013)

Presentaciones de "El camino andado"

  • Rojas: 18 de agosto de 2012.
  • Rafael Obligado: 9 de septiembre de 2012.
  • Feria del Libro de Santa Fe: 23 de septiembre de 2012.
  • Carabelas: 1 de noviembre de 2012.
  • Pergamino: 30 de noviembre de 2012.
  • Feria Internacional del Libro de Bs. As.: 12 de mayo de 2013.
  • La Plata (Biblioteca Central): 23 de mayo de 2013.
  • Mendoza: 23 de Agosto de 2013.
  • Rosario: 25 de octubre de 2013.
  • Salto: 7 de noviembre de 2013.
  • Inés Indart: 28 de noviembre de 2013.
  • Termas de Río Hondo: 3 de setiembre 2014.
  • Villa Dolores (Córdoba): 24 de octubre 2014.
  • Santa Rosa de Conlara (S. Luis): 25 de octubre 2014.

 

Presentación del libro en Villa Dolores (Córdoba)

(Del Diario de Villa Dolores) Adhelma Leonor Sarmiento de Cuestas presentó  su libro “El camino andado” en la Sala de Arte del Teatro Municipal de Villa Dolores, provincia de Córdoba, el 24 de octubre de 2014.

Con un espacio colmado de familiares amigos y poetas locales se puso a consideración de los presentes la obra de la reconocida escritora.

Adhelma no solo recogió el afecto de su gente, sino que también de manos del mismísimo intendente Juan Pereyra recibió una copia del decreto por el cual la presentación de la obra fue declarada "de interés municipal".

Entre sus reconocimientos, se recordó que fue la escritora distinguida como  Personaje del Año 2013 por la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses).

 

 

© Adhelma Sarmiento de Cuestas 2013. Permitida la reproducción total o parcial del material, citando la fuente.